24 jul 2014

Mi Entrevista con Dios

Mi Entrevista con Dios


Soñé que tenía una entrevista con Dios…
“¿Te gustaría entrevistarme?” Dios me preguntó.

“Si tienes tiempo,” le dije.

Dios sonrió: “Mi tiempo es eterno, ¿qué quieres preguntarme?”

“Ninguna nueva, ni difícil para Ti,” le respondí. “¿Qué es lo que más te sorprende de la humanidad?”

Me contestó:

“Que tienen prisa por crecer, y tan pronto crecen quieren ser niños de nuevo.

Pierden su salud para hacer dinero y luego deben usar su dinero para recobrar la salud.

Que por pensar ansiosamente en el futuro, descuidan su presente, con lo que no viven el presente ni el futuro.

Que viven como si no fueran a morirse, y se mueren como si no hubieran vivido...”

Las manos de Dios tomaron las mías y estuvimos en silencio por un rato y entonces le pregunté...

“¿Me dejas hacerte otra pregunta?”

No me respondió con palabras, sino sólo con Su tierna mirada.

“Padre, dime, ¿qué lecciones deseas que como Tu hijo yo aprenda?”

Dios me respondió con una sonrisa:

“Que aprendas que no puedes hacer que todos te amen y lo que sí puedes hacer es amar a los demás.

Que aprendas que lleva años construir una confianza y sólo segundos destruirla.

Que lo más valioso no es lo que tienes en tu vida, sino a quién tienes en tu vida.

Que aprendas que no es bueno compararte con los demás, pues siempre habrá alguien mejor o peor.

Que aprendas que una persona rica no es la que tiene más, sino la que necesita menos.

Que aprendas que debes controlar tus actitudes, o tus actitudes te controlarán cada vez.

Que aprendas que únicamente toma unos segundos herir profundamente a una persona que amas, y que puede tomar muchos años cicatrizar la herida.

Que perdonar se aprende perdonando.

Que aprendas que hay personas que te aman entrañablemente, pero que muchas veces no saben cómo expresarlo.

Que aprendas que el dinero lo compra todo menos la felicidad y que si primero eres feliz, será más fácil que tengas dinero.

Que tanto los pobres como los ricos pueden ser buenos o malos, sin importar el dinero que tengan o que no tengan.

Que a veces tienes derecho a sentir molestia, pero eso no te da derecho a molestar a quienes te rodean.

Que los grandes sueños requieren tanto de grandes alas, como de un tren de aterrizaje para lograrlos.

Que los amigos de verdad son tan escasos, que cuando encuentras uno, has encontrado un verdadero tesoro.

Que aprendas que dos personas pueden mirar la misma cosa y las dos percibir algo diferente.

Que aprendas que eres dueño de lo que callas y esclavo de lo que dices.

Que lo que siembras, cosechas: si siembras chismes, cosecharás intrigas; si siembras amor, cosecharás felicidad.

Que aprendas que la verdadera felicidad no es lograr lo que no tienes, sino aprender a disfrutar de lo que tienes mientras buscas mejorar.

Que aprendas que la felicidad no es cuestión de suerte, sino producto de tus decisiones: Decide ser feliz con lo que eres y tienes, o muere de envidia y celos por lo que no eres o te falta.

Que sin importar las consecuencias, quienes son honestos consigo mismos llegan lejos en la vida.

Que a pesar que pienses que no tienes nada más que dar, cuando un amigo llora contigo, encuentras la fortaleza para vencer tus dolores.

Que retener a la fuerza a las personas que amas, les aleja más rápidamente de ti; y al dejarlas ir, las dejas para siempre a tu lado.

Que nunca harás nada tan grande para que Yo te ame más, ni nada tan malo para que deje de amarte mucho; simplemente te amo a pesar de cómo eres.

Que aprendas que la distancia más lejos que puedes estar de mi es la de una simple oración.

Que perdonar a los demás no es fácil, que no siempre es suficiente ser perdonado por otros y que perdonarte a tí mismo es el primer paso...”

“Gracias por tu tiempo,” le dije. “¿Hay algo más que quieras que aprenda?”

Dios sonrió, y me contestó:

“Que sepas que Yo estoy aquí para todos... Siempre...”


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